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“Cada vez somos más reacios a escuchar opiniones contrarias”

Si no fuera porque su nombre de pila es Jaume Capdevila, merecería llamarse El hombre tranquilo, en honor a la célebre película de John Ford y también a su propio talante. Porque Kap -su apodo artístico- es de los que lucen una sonrisa eterna, de las que desarman a uno y le convencen de que nada en esta vida -de verdad, nada- vale más de un segundo de preocupación. Ustedes le conocen: este dibujante (aunque seguro que él, más modesto, preferiría llamarse a sí mismo ninotaire) publica sus viñetas en dos importantes medios de comunicación –La Vanguardia y El Mundo Deportivo-, donde disecciona a diario la actualidad política, futbolera (y más allá).

Virtuoso en el trazo y profundo en la idea -lo que le coloca entre los mejores de su gremio-, acaba de presentar su último libro, Dibuixos i altres provocacions (Editorial Diminuta), recopilación de viñetas donde no deja títere con cabeza.

Vamos a lo importante: Háblame de tu último libro.
Pues es un libro cojonudo.

Ya. Pero al menos empieza por el título.
Se titula Dibuixos i altres provocacions, Dibujos y otras provocaciones, Dessins et autres provocations, Drawings and other provocations (risas). Es cuatrilingüe pero en el fondo es trampa, porque se trata de chistes que no tienen mucha letra y por tanto valen para todo el mundo. Y como además últimamente viajo mucho haciendo bolos en festivales por la libertad de expresión de los dibujantes, pues “cuelo” libros de éstos y funciona.

Me viene de perlas que menciones los bolos en favor de la libertad de expresión. ¿Piensas que realmente está en peligro o es una afirmación exagerada?
Pienso que es una afirmación exagerada, pero no del todo desencaminada. Es decir, en peligro en peligro, no está. Pero sí, sí que hay una tendencia. Pero no por lo que uno piensa, porque siempre que se habla de libertad de expresión se piensa en un poder, en alguien que te prohíbe lo que quieres decir… No. Al contrario: creo que estamos en una sociedad de gente, de personas normales y corrientes, pero que cada vez somos más intolerantes.

Cada vez vivimos más en burbujas donde todo el mundo te dice qué chulo y qué bonito, pero somos más reacios a escuchar opiniones contrarias o que no nos gustan. Y eso cada vez nos hace más intolerantes.

Dímelo a mí. Conozco a una persona que me evita desde que entrevisté a un político contrario a sus ideas. Menos mal que solo era el entrevistador.
Por tanto, la libertad de expresión se ha de trabajar exigiendo que todo el mundo se pueda expresar libremente, porque las ideas nunca se pueden prohibir o coartar, pero también se ha de trabajar la otra vertiente. O sea, aceptar la tolerancia. Es decir, la libertad de expresión implica que estés dispuesto a aceptar las ideas que el otro te plantea.

Y esta parte de la libertad de expresión es una parte que no se tiene en cuenta, de entrada; en la que nadie piensa y que es tanto o más importante que la otra, la de la persecución por parte del poder. Por tanto, la libertad de expresión sí que está en peligro, y la ponemos en peligro cada vez que uno de nosotros somos reacios a escuchar, que saltamos con el exabrupto ante una opinión contraria.

Lo más interesante de la libertad de expresión es que permite el diálogo. Y el diálogo es que yo diga una cosa y tú puedas decir otra, no que yo diga una cosa y tú tengas que decir “me gusta” o “amén”. Ésa es la gracia, pienso yo.

Cuando se dice que la libertad de expresión está en peligro, suele pensarse en gobiernos conservadores, con tics autoritarios. Pero también existe la cultura de lo “políticamente correcto”, hija de la izquierda, que contribuye a lo mismo.
Pienso que como sociedad hemos avanzado mucho al haberse establecido una serie de cosas que son políticamente correctas y otras que no, en el sentido de que hacer chistes misóginos, racistas, homófobos, chistes que menosprecian a otras personas por su condición, etc, como sociedad ya no lo toleramos. Y eso es ir hacia adelante. Y como sociedad somos más maduros si no hacemos chistes de este tipo y si nadie se ríe con ellos. Y oye, es humor, hacen reír, pero no es un humor constructivo, positivo.

Por tanto, y en resumidas cuentas, son muchas cosas. ¿Hemos de estar siempre, por sistema, en contra de lo políticamente correcto? No. ¿Hemos de ser siempre políticamente correctos? Tampoco. La gracia es jugar. Y el humor precisamente es el juego. Y el juego es: cuando conviene, sí. Cuando no conviene, no.

Cierta corrección política constituye un avance social. Pero yo me refería a cuando “lo correcto” llega a extremos que roza la paranoia, impone una moral, y hasta un lenguaje, y en su nombre se ejerce la censura -o la autocensura-. Aparte de ser instrumentalizada políticamente, claro.
Cuando más he sufrido ha sido una temporada en que dibujaba para una revista de cooperación internacional, donde todos era progres, buenos, que podían ayudar al mundo… y me parece bien (yo también me apunto)… Pero claro, resulta que cuando hacía chistes te salían con aquello de “no, porque usas el estereotipo de no sé qué” o “no, porque eso puede ser interpretado como”…¡Cuando el humor, precisamente, funciona a base de estereotipos y malinterpretaciones! Era una tortura.

Es cierto que el concepto de lo políticamente correcto se utiliza como mordaza para que tú no acabes de decir toda una serie de cosas que sí se han de poder decir. Y más si se dicen en broma, que es un matiz que pienso que es muy importante: el de decir las cosas seriamente y el de decirlas en broma. ¿La intolerancia hacia el humor puede encontrarse con la intolerancia de lo políticamente correcto? ¿Los extremos se tocan? Los extremos se tocan, es evidente. Si te pasas de la raya, llegas por el otro lado. Y las etiquetas a veces sirven para aclararnos nosotros, pero no describen eficazmente el panorama.

Yo siempre digo que la derecha tiene, en general, mucha más tolerancia hacia el humor, porque tiene dos o tres cosas muy claras y todo lo demás le importa tres pepinos: van a por la pasta y ya está. La izquierda se pierde en los matices; prefieren ser más puros o más fieles a no sé qué idea que ir de la mano con otro que es de izquierdas, pero que tiene una idea que va un milímetro más hacia allá. Es el purismo de la izquierda, que le hace mucho daño. Pues en el lenguaje pasa lo mismo: en ocasiones, los posicionamientos de la izquierda, hostia, son mucho peores que los de la derecha.

¿Qué debemos hacer?
Ser libres: no sentirnos atrapados por los conceptos. Y adquirir un compromiso ético en el sentido de preguntarnos qué necesitamos cómo sociedad, qué nos haría mejores, y seguir ese camino. Pero es difícil, porque hay mucho ruido mediático que nos distrae de las cosas verdaderamente importantes y nos rebaja a debates pequeños y tontos: Ahora, por ejemplo, todo el mundo está dando palmas con las orejas por la sustitución de un presidente, cuando el debate profundo es el del 15-M: derrumbar el régimen del 78, reformar el Estado y acabar con la Monarquía.

El hombre tranquilo

Jaume Capdevila nace en Berga, en 1974. Licenciado en Bellas Artes, se define a sí mismo como “un tipus tímid que s’amaga sota el pseudònim de Jaume Capdevila per anar pel carrer”. Comienza a publicar sus dibujos en 1994 en el semanario El Triangle, de donde pasa a Regió 7 para, al cabo de un año, recalar en el diario La Vanguardia. Actualmente publica también en El Mundo Deportivo, El Jueves (del que es Adjunto a la Dirección Editorial), Courrier International, o Siné Mensuel (Francia).

En 2016 es galardonado con el Press Cartoon Europe, que premia anualmente a la mejor viñeta publicada en la prensa europea. Aunque su premio preferido es el Internacional de Humor Gat Perich, que obtuvo en 2009, porque “te lo dan porque sí, sin presentarte”. Y no sólo es un ninotaire: también es un importante teórico e investigador del humor gráfico. En este campo, se muestra “especialmente orgulloso y satisfecho” de los tres volúmenes dedicados a recuperar la memoria de publicaciones como Papitu, Cu-Cut! o L’Esquella de la Torratxa. Aunque lo que más le gusta en esta vida es “la migdiada i fer truites de patates”.

El dibujante Kap acaba de presentar su nuevo libro, "Dibuixos i altres provocacions"


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